Se erige majestuoso sobre las rocas y se accede por un istmo arenoso en el que ya se pueden contemplar las primeras fortificaciones.
Tras la puerta de entrada subiremos por los peldaños de una escalera ( muy bien conservados ) y llegaremos al poblado. Se divide en dos: La zona Norte ( parte superior ) y la zona Sur ( parte inferior ).

En la zona Sur hallamos las primeras construcciones y flanqueando la puerta se aprecian los restos de una torre que serviría de defensa.
La zona Norte separada de la anterior por un muro y unas escaleras se encuentran más construcciones, que tienen un tamaño más amplio. Son viviendas de tipo circular. Se calcula la ocupación entre el Siglo I a.C y I d.C.

La alimentación principal y básica se componía de mariscos y pescados ya que las conchas de los moluscos y las espinas de los pescados ( rodaballo, jurel, merluza, dorada ) se ven acumulados en una zona del castro llamada “ Cuncheira “.
Se encontraron restos de anzuelos y otras artes de faena propias de una actividad marítima intensa.
El consumo de carne también estaba incluido en la dieta, básicamente bóvidos: cabra y oveja.
Merece por tanto la pena disfrutar de este espacio rodeado de arena y mar, de un océano inmenso de calma e imperturbable con el paso de los siglos que seguirá conservando en su interior la esencia del pueblo celta.
En verano, las nubes inflamadas de tonos rojizos y hechizantes recorren el cielo antes de que el Sol nos deje el momento más maravilloso del castro, la puesta de Sol
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