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sábado, 4 de diciembre de 2010

Pollentia



Ruta cultural que nos transporta a la ciudad romana de Pollentia que fue capital de las Baleares en tiempos de la República y el Imperio. Esta ruta nos llevará a los lugares más interesantes que se conservan de tiempos de los romanos en la Alcúdia actual: la zona residencial, el foro, el Teatro Romano y el Museo Monográfico de Pollentia.

La conquista de Baleares en el 123 a.C. es encomendada al cónsul y general romano Quinto Cecilio Metelo , que fue el encargado de limpiar el archipiélago, morada de piratas, conquistando la isla, sin dificultad ninguna. Las razones económicas eran obvias, ya que la riqueza de sus tierras en vino y grano la hacian apetecible a ojos de los romanos.
En los años posteriores la colonización de la mayor de ellas, Mallorca, llevada a cabo por el mismo Metelo, estableciendo dos núcleos urbanos, Palma y Pollentia (Pollensa), donde se asentaron 3000 colonos venidos de la Península.
El teatro romano se construyó sobre el S.I y tenia una capacidad de 1500 personas. A menos de un kilómetro de la ciudad, el teatro aún atesora elementos esenciales , como la cávea (parte del teatro dotada de gradas y reservada a espectadores cuyo perímetro es semicircular) las gradas, la orquesta y la escena. En el S.IV d.C destruido por los vándalos quedó abandonado, convirtiéndose posteriormente en necrópolis.

Próximo al teatro se preservan diversas construcciones civiles como la Casa de la Cabeza de Bronce - así llamada porque en su interior se encontró un busto del citado material- o la Casa de los Tesoros. Destacan también las ruinas de la Calle Porticada, con las bases de las columnas que antaño la jalonaron.
Gran parte de los tesoros de Pollentia pueden verse en el Museo Monográfico de Pollentia, ubicado en el antiguo hospital de Alcúdia

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jueves, 11 de noviembre de 2010

Muerte de un artista

Por una senda costera de inigualable belleza me dirigía hacia Camelle mientras la ventisca exhalaba extraños murmullos en mis oídos y el mar colérico golpeaba las rocas en su incesante martillear virulento .

Es difícil no enamorarse de la “Costa da Morte”.


En aquel lugar, fue donde la historia de “Man” , me conmovió profundamente.

Manfred Gnädinger nacido en un pueblo limítrofe a la ciudad de Friburgo (Alemania) era un hombre preocupado por el medio ambiente. Anhelaba conocer la costa gallega y un buen día abandonó sin retorno su tierra natal, movido por sus deseos inquebrantables de comprender esa mezcla de libertad y tristeza, de belleza y desolación, de lo agreste y calmo, de sentimientos encontrados que afloran en tu corazón nada más pisar esta tierra. Era el año 1962.

Solo, vestido de traje y corbata como un curioso turista y gracias a ese preciado don de afabilidad, honestidad y sinceridad de las gentes (algo muy preciado en estos tiempos ) consiguió afincarse y con el paso de los años (no muchos) comprarse un terreno al lado del mar. Con la ayuda caritativa de la gente del pueblo construyó su casa.
Su aspecto enjuto, casi esquelético y el pelo y barba largo y sin arreglar, ataviado con un taparrabos y muchas veces descalzo, a semejanza de un anacoreta, lo transformó en un símbolo imperecedero de la “Costa da Morte”
Traspasando fronteras, se hizo famoso. Reportajes, libros, prensa, televisión dieron auge a su obra.
“Man el alemán” como se le conocía por allí, aportó el conocimiento de esta tierra a través de su obra al resto del mundo.
En los aledaños de su casa se encuentra el museo, erigido esencialmente con grandes piedras esféricas apiladas formando columnas y cadenas, algunas de las cuales están pintadas. Restos de animales, principalmente marinos como vértebras de cetáceos. Los restos que el mar acercaba a la costa, las rocas riberanas y las pinturas en piedras, muelles, casas y montes eran el substrato de su arte. La mayoría de las figuras eran redondas, y de mucho colorido.

Un triste y aciago día para el pueblo gallego, en Noviembre de 2002, el “Prestige” vertió miles de toneladas de fuel en la “Costa da Morte” . Todo quedó ensuciado, enlodado y negruzco por ese vertido fatal, asesino silencioso de seres vivos, que infiltrándose poco a poco invadió los corazones con su triste negrura.

Fue el final de Manfred Gnädinger, que ya enfermo y desmoralizado no pudo superarlo. Sus lágrimas resbalando por las mejillas en surcos de amarga aflicción son testigos de un imborrable recuerdo que jamás se olvidará.

En la actualidad, los restos de su casa y museo languidecen , apenas reconocibles gracias al pasotismo de políticos y administraciones y al poco apego por el arte que tienen. Fruto de espolios por parte de la gente sin corazón y sin razón .

Si no se sabe a qué puerto se quiere navegar, ningún viento es favorable (Séneca)

Lo más triste de esta historia es que Manfred legó 120000€ para la conservación de su trabajo y obra a su muerte y por arte de magia se esfumó todo el dinero. Donde fue a parar??

Ayer me enteré de la peor de las noticias posibles y es que el temporal de estos días,arrasa el patrimonio olvidado de "Man" rematando definitivamente lo poco que quedaba en pie de este gran hombre.

Que con cada piedra y ola del mar en Camelle viva su recuerdo perpetuo, el recuerdo de un hombre que amaba la “Costa da Morte”

Descansa en paz Manfred, no te olvidaremos

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Infancia

Las alegres y pueriles risas henchían el aire en un día apacible del cálido estío, mientras las ruedas de la bicicleta giraban y giraban al compás de las más disparatadas piruetas. El camino desfilaba ante nosotros en una sucesión sin fin de árboles, ramas y campos teñidos de tonos multicolor.


Solíamos acomodar las bicicletas en la entrada a los viejos depósitos renegridos del ferrocarril, donde nuestra fantasía revoloteaba por los más recónditos rincones del destartalado y ruinoso inmueble. Las telas de araña bailoteaban al son del viento que se filtraba por los vidrios destrozados.


Al fondo , el intercambiador (aparato que permutaba el sentido de la máquina) nos desplazaba en el tiempo a un mundo remoto en el cual nosotros gobernábamos el artilugio a nuestro antojo, ora para aquí, ora para allá.


Los vagones estáticos, herrumbrosos y desvencijados daban paso al interior de confortables asientos en los que nos acomodábamos aguardando arrancar. La rodadura mecánica de las ruedas era pasto de la fuga ( tal vez no casual )de los rodamientos que se mudaban en artefactos provechosos y eficaces (no existían mejores canicas).


La iconografía variada del tren se desvanecía enigmáticamente para reaparecer visible y lustrosa, quien sabe si al lado de un póster del Gran Héroe Americano.
Y ya para terminar, no debemos obviar ese maravilloso y desconchado armario en el cual una pila de vetustas y apergaminadas revistas amontonadas nos instruyó en nuestra educación revelándonos el camino secreto hacia la gloria.

jueves, 27 de mayo de 2010

Vidas malogradas

Una mirada opaca, vidriosa, sin luz ni certidumbre. Amasijo de piel seca y huesos acentuados postrados en un lecho árido de tierra y guijarros. Músculos extenuados incapaces ni de parpadear cuelgan flojos e inertes. Un pulso errático, cada vez más remiso lucha por bombear sangre a un frágil corazón. La respiración se convierte en un arduo combate de supervivencia. Piernas hinchadas, pies inflamados y mórbidos que no retornarán jamás al hogar. La luz de la existencia abandona exangüe su figura escapándose por todos los resquicios de su yermo cuerpo. Presagia el fin y suspira quedamente entretanto el alma se evapora y corretea hacia un mundo donde la oportunidad no sea un don privilegiado.

Miles de personas sucumben cada jornada relegadas a una triste cifra. Seres con vida propia y valiosa como la que más. Vidas malogradas ya antes de su origen.